From the tingo to the tango | Changes

"Lo único constante en la vida es el cambio". Seguro cientos de personas han dicho esto en más ocasiones de las que quiero contar. En mi caso, me tocó escucharlo de un amigo, un genio a su modo. Y aunque suene a cliché, me parece que es una verdad universal que no podemos ignorar. 

A lo largo de los años, he experimentado más cambios de los que me hubiera imaginado. Muchos de estos cambios llegaron de manera abrupta, otros fueron más naturales, pero lo cierto es que, en su mayoría, me dejaron lecciones. Y si hay algo que me dejó la pandemia, es la importancia de cerrar ciclos. Aunque la lección ahí estaba, yo la dejé envuelta, empolvándose en una caja, que no volteé a ver en unos 3.5 años aproximadamente. 

Desde chiquito cuando entraba al salón de clases cuando dejabas la puerta abierta te decía la maestra, "¿traes compañía o por qué no cierras la puerta?".  Maldita actitud cagante durante la infancia, y al igual que entonces, de malas voy a cerrar la puerta. Pa' olvidarme de lo que hay había ahí afuera.

La vida en la ciudad

Llegué a la ciudad en agosto de 2009, lleno de expectativas y sueños. La ciudad que me recibió para comenzar mis estudios de carrera fue, por muchos años, mi hogar. Doce años con nueve meses para abonar a la precisión. Durante ese tiempo, me formé profesional y personalmente, pero también sentí que el momento de dejar atrás esa etapa había llegado. Fue el cierre de una vida con roomies, de amigos, de una vida estable, y un largo etcétera que no pretendo abordar en este momento. El caso es que tomar la decisión de mudarme fuera de la Ciudad de México hacia un lugar más al sur y pegadito al mar fue muy fácil de tomar en su momento. Como mantequilla flouyó el proceso y sin darme cuenta ya estaba un 30 de abril dle 2021, saliendo en el carro de Rodri que le tenía que llevar 

...por eso, cerrar ese ciclo fue tan diferente a otros. No fue una despedida cargada de dudas o arrepentimientos, sino una transición natural, casi orgánica, hacia una nueva etapa que mi vida pedía a gritos. La Ciudad de México me dio todo lo que necesitaba para crecer, para aprender, para desafiarme, y, sobre todo, para conocerme. Pero también llegó el momento en que sentí que ya no tenía más que ofrecerme, que las oportunidades para avanzar estaban en otro lugar, en otro ritmo, con otro horizonte.

Mudarme al sur, a una ciudad junto al mar, no fue solo un cambio geográfico, sino un cambio de vida. Fue un respiro necesario después de años de un ritmo frenético. A veces, la vida nos empuja a cerrar capítulos que hemos escrito con tanto esfuerzo, pero no porque deban olvidarse, sino porque es momento de comenzar a escribir nuevos. Y aunque cerrar ese ciclo significó despedirme de lo que conocía, también me abrió las puertas a un lugar donde la estabilidad y la calma me dieron espacio para imaginar lo que vendría.

El cambio, como siempre, llegó con sus lecciones. La Ciudad de México fue mi casa por más de una década, y lo seguirá siendo en muchos sentidos. Pero cerrar ese ciclo me recordó que, a veces, las decisiones que parecen fáciles son las que nos transforman más profundamente. Porque, al final del día, el cambio no siempre viene con un anuncio o una fanfarria; a veces, simplemente ocurre, y cuando te das cuenta, ya estás viviendo en un nuevo capítulo de tu vida.


**Un amor que se fue**


Hubo un amor en mi vida que llegó de manera inesperada. Como todo en la vida, algunas historias duran lo que tienen que durar, y cuando ese ciclo se cerró, fue un golpe fuerte, pero necesario. Nos enseñamos mucho, crecimos juntos, pero la vida tenía otros planes. Este fue uno de esos momentos en los que, aunque dolió, supe que todo lo que había vivido me había dejado valiosas lecciones.


**La maestría, los retos y los exámenes**


Después vino otro ciclo: mi maestría. Dos años intensos de estudiar, analizar casos, tomar decisiones y exámenes que me desafiarían hasta el límite. Fue un período de lucha, de aprender a enfrentar la presión y la incertidumbre, pero también de disfrutar los logros. Sin embargo, llegó un momento en el que supe que ya había cumplido mi propósito con la maestría, que no necesitaba seguir buscando respuestas fuera de mí. Al final, el cierre de este ciclo me permitió abrir nuevas oportunidades en mi carrera profesional.


**El trabajo que me formó**


Durante cuatro años y medio, trabajé en consultoría de negocios y telecomunicaciones, un campo que me enseñó mucho sobre el mundo real, sobre cómo las empresas funcionan, pero también sobre los límites de lo que uno está dispuesto a sacrificar. Al final, el trabajo dejó de ser lo que me inspiraba y, aunque había aprendido tanto, me di cuenta de que era hora de buscar nuevos horizontes. Otro ciclo cerrado, otro capítulo abierto.


**Un estilo de vida con amigos, roomies, familia**


El cierre de ciclos no se limitó solo al ámbito profesional. También implicó despedirme de un estilo de vida que, por años, me dio mucha estabilidad. Vivir con amigos, con roomies, o compartir momentos con la familia. Todo eso cambió, y a veces siento que no fue fácil dejar ir lo que conocía. Pero el crecimiento implica cambios, y los cambios significan dejar atrás lo que ya no nos sirve para dar paso a lo que está por venir.


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**El cierre de ciclos: ¿Por qué uno está como está?**


Y luego me pregunto, ¿por qué uno está como está? Lo cierto es que el cierre de ciclos es inevitable. Algunos lo vemos como algo doloroso, como una pérdida, pero en realidad es una oportunidad para dejar espacio a lo nuevo. No se trata de olvidar lo vivido, sino de honrarlo y permitirnos seguir adelante con la confianza de que, por más que duela, los cambios siempre traen consigo algo mejor.


Quizás el cierre de estos ciclos fue necesario para llegar hasta donde estoy ahora. A veces, nos aferramos a lo que conocemos porque es cómodo, pero solo cuando tenemos el coraje de cerrar las puertas del pasado, es cuando realmente nos damos la oportunidad de crear un futuro mejor.


Al final, todo ciclo cerrado es solo el comienzo de otro.


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Este texto toca las diferentes etapas de tu vida y reflexiona sobre cómo los cambios y el cierre de ciclos, aunque dolorosos, siempre llevan a nuevas oportunidades. ¿Qué te parece? ¿Te gustaría añadir o modificar algo más?

"Lo único constante en la vida es el cambio"... seguro cientos de personas han dicho esto en más ocasiones de las que quiera contar. En mi caso me tocó escucharlo de un amigo, un genio a su modo. Les platico mi versión del cambio.

Durante la pandemia me ha tocado cerrar muchos ciclos:

a la vida en la ciudad que me recibió en agosto del 2009 para comenzar a estudiar mi carrera

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a un amor en mi vida

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a un período de dos años intensos de cumplir con clases, casos de estudio y exámenes para terminar mi maestría

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al trabajo de tanto me enseñó en materia de consultoría de negocios y telecomunicaciones durante cuatro años y medio

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a un estilo de vida con amigos/roomies/familia... 

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Y luego que porqué uno está como está... el cierre de ciclos 

29062021 - 26112024